Cinco de Junio de 1991, con
tan solo 10 años, donde sentía que mi sentimiento por Colo-Colo era de muchísimo
más tiempo, eran momentos de infancia plena y totalmente protegida por mi padre, mi viejo, el que dejando todo de lado me llevaba al estadio a ver a mi
querido Cacique, gracias a él pude ver en vivo todos los partidos de esa copa,
contra Conce, Liga, Barcelona, Universitario de Perú, Nacional (partidazo),
Boca (aún recuerdo los insultos de mi viejo a los hinchas argentinos,
imborrable) y obviamente Olimpia, un sueño hecho realidad, con 10 años ya sabía
que la copa solo se miraba, no se tocaba, no se podía tocar, pero quien más que
el más grande la podía cambiar esa frase tan derrotista de años tras año, ahora
se podía gritar “La copa se mira y… se toca”.
Aquel día, Chile se vistió
completamente de blanco, con mi viejo llegamos temprano al estadio, llevamos unos sándwich que nos preparó mi mama, más los
infaltables jugos Kapo y la bandera correspondiente con la frase ¿Quién Es Chile?, y listo a esperar las
9 de la noche.
Hasta que entra el equipo a la
cancha, el David Arellano explota, era una convicción generalizada de que ese
equipo si podía cambiar la historia, era un sentimiento de que solo faltaban 90
minutos para tocar esa esquiva princesa de metal que solo tenían los más
grandes de América.
21:01 de la noche, comienza el
partido, tengo la imagen de todos cantando, ahora sí, ahora se tocaría la
“Novia de América”, después de tantas frustraciones, esa noche si se lograría.
El partido fue increíble,
nunca hubo la posibilidad de perder, solo recuerdo esa pelota que saco Margas y
que desvió el gran "Loro" Morón, pero después de ese instante de
parálisis de los latidos de miles de chilenos, nada más, fue todo para
Colo-Colo, los goles de Lucho Pérez, y el ultimo del Leo Herrera Hijo fue un éxtasis,
toda la gente loca, abrazándose, hombres de edades avanzadas lloraban como
niños, mi padre me miraba y contemplaba mi cara de niño logrando y viendo un
sueño hacerse realidad, miraba mi rostro de alegría sin límites, hasta ese
momento la más importante de mi vida, y yo veía a mi viejo satisfecho de poder
estar ahí, en el momento más importante del fútbol chileno, si, también lo vi
llorar, pero ¿Quien no lloro de alegría esa noche? Mi Padre, un Wanderino de
toda la vida, nacido en el Puerto principal, con su corazón verde como los
pinos, lloraba de emoción por el equipo que ha sabido ser campeón, un ejemplo
más de la emoción generada en ese momento.
Después del partido, las
calles llenas de gente celebrando, camionetas con personas saltando, y el
trayecto del estadio a mi casa fue increíble, llegamos muy tarde, yo totalmente
cansado, solo quería dormir, fueron muchas alegrías y entusiasmos para un niño
aún, pero inolvidables momentos hasta el día de hoy. Lo último que recuerdo de
esa noche es que me acosté, mi viejo fue a mi pieza y me dijo..."no vayas
mañana a clases, como un premio más en ese momento, y recuerda: disfruta este
instante, este logro, por que pasaran muchos años para que vuelva
ocurrir"... y ahora pienso que sabias palabras las de mi padre.
Al otro día en la mañana, mi viejo llegó con varias revistas deportivas, Don balón, Triunfo, Minuto 90,
entre otras, las cuales aún conservo como un tesoro muy preciado... y seguí disfrutando
el triunfo, pero ahora leyéndolo.
Para finalizar, solo tengo
palabras de agradecimiento para todos en ese equipo, Mirko y su staff técnico,
los jugadores, la directiva, los hinchas, la gente humilde, esa que junto peso
a peso para poder ir al estadio, a todo Chile por celebrar y vivir una
fiesta... y especialmente a mi Viejo, el cual hizo que viviera un sueño de niño
el cual después de 23 años se recuerda como si fuese ayer...
¡¡¡La Princesa de América al fin se tocó!!!
Sobre el Autor de esta Columna
Francisco Carcey Mena / @Lex_Albo
"Padre, colocolino hasta la medula, socio del CSD, miembro de la Filial 19 de abril, sarcástico por naturaleza, la pelota en el piso".