El
2013 fue un tanto oscuro, desde el comienzo, con aquel 5 a 2 con Cobreloa hasta
el difuso final, pasando por una serie de momentos catastróficos, como el 0 a 4
con Audax o el dormido 1 a 3 con Cobresal; desde un Labruna hasta un silencioso
Benítez sin muchas variaciones. Lo peor era eso de ir mascando una amargura
constante, en una escalada de caídas que parecían cada vez ir más hacia lo
profundo, mostrando una brújula perdida y un total olvido de lo que era nuestro
Club, sus valores, sus principios y lo que significa esa insignia bordada en el
pecho.
Lo
que más dolía era esa falta de reacción de jugadores y Cuerpo Técnico, cada
golpe semanal no producía nada, sino una petición de disculpas, de algunos
jugadores, que no generaban nada en un plantel dormido. Los gritos de la
incansable garganta popular eran un zumbido en los oídos de quienes no parecían
querer oír nada. Gran parte del 2013 fue ese letargo continuo, ese dormir y
aguardar en estado de hibernación y esperar, cada fin de semana, que algo
pasara y provocara alguna reacción en este equipo.
Con
cada amarga caída se venían los recuerdos de días mejores y pensar cosas como
“El Cabezón Espina se echaría el equipo al hombro”, “El Barti no aguantaría de
impotencia”, “Un tiro libre del Mati arreglaría este partido”, pero nada;
gritar de rabia e impotencia, en el estadio, a la televisión o a la radio era
el panorama de cada semana de tantos colocolinos y, después de eso, agachar la
cabeza cada lunes, cambiar de canal al momento de los goles, obviar los
programas deportivos de la radio.
En
fin… por suerte algo cambió la suerte y llegó Tito Tapia y Miguel Riffo como
interinos; debo ser sincero, futbolísticamente no fueron la gran maravilla,
pero en la actitud de los jugadores estaba lo que muchos buscamos; ganar el
súper clásico con jugadores de la casa fue increíble, no tanto por el triunfo
en sí, sino por lo mostrado en cancha, por la actitud y el empuje… no veía eso
en Colo Colo hace harto rato y eso contagió de esa enfermedad llamada ilusión a
muchos. Después de eso no fue todo perfecto en el equipo, pero ya algo distinto
se nos vino encima hasta terminar el campeonato, sin liguilla, sin títulos y
sin casi nada en las manos.
Tras
esto vino el receso y la época de los regalos de Navidad y los abrazos de Año
Nuevo y quedó un tremendo espacio vacío para muchos, mas la espera no fue tanta,
pues empieza el campeonato y nuevamente salta El Cacique a la cancha; con esto
las esperanzas de ver la esquiva estrella número 30 en nuestras vitrinas vuelve
a dibujarse; vuelven los deseos de alentar cada domingo, de gritar gol tras gol
cada semana y llegar a nuestro trabajo con el pecho inflado de orgullo, como
siempre debía ser.
Hay
mucho de nuevo, camiseta nueva, jugadores nuevos, Tapia y Riffo confirmados
como guías del plantel y, con esto, las ilusiones de muchos se renuevan; las
gargantas se recuperaron en este par de semanas de descanso y ya se alistan
para alentar a cada uno de los jugadores que salten al pasto este domingo, como
dicen “Hasta romper la voz”… Se acaban los gritos de amargura y de rabia, pues son
estas mismas gargantas las que esperan que tras estas 17 fechas podamos unirnos
y estallar en un solo y dulce grito… y que este sea ese que tanto anhelamos
hace años: “Campeón…”
Por Wladimir Zarzuri Arenas.