Hay
jugadores que obligan, en el buen sentido de la palabra. Que obligan, por
ejemplo, a permanecer atentos en las tribunas tras una jugada, esperando la
concreción de una genialidad; que obligan la ovación y el aplauso del hincha;
que obligan al recuerdo; hay futbolistas que obligan a escribir sobre ellos, incluso
después de su partida.
Este
es el caso de Francisco Valdés, “Chamaco” para todos, a quien recordamos con
admiración y orgullo a cinco años de su fallecimiento.
Muchos
dicen que su mejor socio dentro de la cancha fue Caszely, otros nombran a
Véliz, y también a Ahumada. Nosotros decimos que su gran amigo se llamó gol.
Goles son amores y así pareció entenderlo Valdés, desde los albores de su
carrera.
Su
debut por Colo Colo lo hizo el 26 de enero de 1961, en el Estadio Nacional, y
en tan sólo un minuto comenzó a cimentar su leyenda. El “Cacique” jugaba su
primer amistoso internacional de la temporada frente al campeón paraguayo Cerro
Porteño. Cuando el marcador se encontraba 2-2 y el reloj marcaba 37 minutos del
segundo tiempo, entraba al terreno Francisco Valdés con sus 17 años, segundos
después, primer contacto con el balón y a gritar: ¡Gol de “Chamaco”! Rugido que
se volvería a repetir tres días después ante Sao Paulo. Mismo cambio, sale
Bello por Valdés, quien vuelve a inflar las redes tras el primer contacto con
el esférico. No era casualidad, nacía un crack.
De
ahí en más, Valdés entra en el Diccionario del Fútbol Chileno, como significado
de jugador virtuoso y sinónimo de gol. Pilar fundamental del Colo Colo campeón
1963 y 1972, aportando con 22 goles en cada uno de aquellos campeonatos.
Francisco Valdés debutó en el ’61 como puntero izquierdo, en el campeonato del
‘63 su posición era la de interior izquierdo (10), y un año más tarde heredó la
posición de Enrique Hormazábal, su máximo referente, jugando como interior
derecho (8). Manejaba el balón de igual forma con ambos pies, fue un
especialista en los balones detenidos, dueño de los tiros libres y penales.
Tenía facilidad para anotar, bien lo sabe Rangers, equipo que recibió, el 1 de
noviembre de 1972, la máxima expresión goleadora de un “Chamaco” apabullante
que sumó 6 de los 8 tantos con los que el “Eterno Campeón” vencía a los de
Talca.
Pero
Valdés no sólo tenía gol, también escribía poesía con sus pases, era un
habilitador innato que pensaba siempre un segundo antes que los rivales. Los
delanteros se beneficiaban de su precisión en los cambios de frente o pelotazos
siempre con intención a las espaldas de los defensas. A propósito de su capacidad habilitadora, en
una entrevista en la revista “Nación Domingo” contaba su secreto que le permitía
ser incisivo y determinante partido tras partido: “Un mediocampista para
recibir la pelota tiene que estar donde esté más libre. ¿Y dónde está más
libre? En las orillas, porque siempre en el medio hay más jugadores. Ahí
recibes y tienes todo el panorama de la cancha para jugar”. Una prueba más de
la calidad de este jugador, tenía una simple, pero efectiva e inteligente
lectura del juego.
Así
es como el gran “Chamaco” deja una huella imborrable en los corazones de todo
el pueblo colocolino. El cerebro del mítico Colo Colo ’73, mundialista de
Inglaterra ’66 y Alemania ’74, y máximo anotador del fútbol chileno con sus 215
goles, es considerado irrefutablemente por el medio futbolístico como uno de
los jugadores más brillantes del balompié nacional. Y por ello, en reconocimiento
de tu grandeza y legado en la historia del nuestro querido “Cacique”, te decimos:
¡Gracias “Chamaco”!
Por Eduardo Lemus